Vasijas en el Horno de Fuego

La formación de nuestra identidad en Cristo es parte de un proceso.

Somos como esas vasijas que el alfarero va haciendo con sus manos, lo vemos en el libro de Jeremías. Y si bien es cierto que la mayoría de nosotros quisiéramos evitar el proceso, esto es inevitable.

Cuando tenemos problemas o estamos en alguna situación difícil, decimos: «¡Estoy en el horno!» Y hablando de hornos, en el libro de Daniel encontramos la historia de tres amigos que se encuentran literalmente en uno. Habían desafiado al famoso rey Nabucodonosor por no adorar una imagen que él había edificado. Desde algún lugar el rey podría observar lo que sucedía dentro del horno donde había sentenciado a los muchachos. Pero el rey no salía de su asombro. «Metimos tres» declara , «pero veo cuatro, y el cuarto es similar al hijo de un Dios». El rey ordenó que sacaran a los amigos, no tenían ni un rasguño. El Dios de los milagros volvió a demostrar que es el verdadero Dios. Los muchachos fueron promovidos y su historia sigue alentando la fe de generaciones.

¡Ah! Me olvidaba: del horno salieron tres, el cuarto, el hijo de Dios, se quedó esperando tu turno. Jamás te dejaría abandonado. La próxima vez que te sientas dentro de un horno, debes tener la certeza que no estarás solo. Él llegó antes de que tú entraras.

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